Elecciones 2018, el límite de los mexicanos

«Di una mentira mil veces y se convertirá en realidad”: Goebbels

Han transcurrido escasos días de la elección presidencial de México. Independientemente de las mediciones que establecieron las encuestadoras, el resultado que arrojo la jornada electoral es verdaderamente sorprendente. Existió un porcentaje de participación muy elevado y se lograron palpar tres cuestiones fundamentales desde mi perspectiva; la primera es que las encuestadoras no estaban tan equivocadas, la segunda es que tal y como lo exprese en meses anteriores el PRI se encuentra en una debacle existencial en la que esta elección ha sido su peor derrota de todos los tiempos (ninguna sorpresa, si el imperio romano se diluyo, tarde o temprano le iba a suceder al PRI), y la tercer cuestión fundamental es que la sociedad mexicana ejerce su voto con animadversión más que con una convicción.

Las campañas tienen distintas definiciones, una de las que más me gustan es aquella que expresa que una campaña es la administración de una crisis. Lopez Obrador nunca pudo tener un discurso elocuente y bien estructurado, sin embargo comunicaba bien. Como figura política considero dejaba mucho que desear, desde las personas de las que se hacía rodear hasta las propuestas de campaña, hablaba de paz y años atrás había dado certeza de ser radical y de ser alguien con las agallas de bloquear calles y afectar al sector empresarial. Pero en un contexto como el de nuestro país; simple y sencillamente es el personaje anti sistema, el que representa lo contrario a un partido político que estuvo en la presidencia por más de 70 años y que del mismo modo cuenta con un presidente con una de las más bajas aprobaciones de los últimos 40 años.

La victoria es de todos, la derrota es huérfana.

Algo sucedió, los astros se alinearon para Andrés Manuel, el PAN no pudo construir una estrategia más fuerte que el hartazgo social, también sufrió severas fracturas. Pero independientemente de las cuestiones internas del PRI y del PAN, fue más que evidente que ninguna estructura partidista es más poderosa que la voluntad de la gente, y es algo muy necesario de reconocerse.

“Guerras vienen y van pero los soldados son eternos”.

En toda elección se puede hacer un contraste con alguna batalla, en las elecciones se logra apreciar quien hace las cosas porque tiene un ideal, también se logra palpar los lazos fraternos que sustentan proyectos y que hacen equilibrios. En una campaña se logra apreciar quien está a merced de un interés económico y del mismo modo se ve quien invierte lo más valioso que tiene el ser humano que es su tiempo y su entrega. En toda campaña política sale a flote lo que las personas verdaderamente son, si son convenencieras, infatúas o simplemente juegan a la cobardía. Esta elección no fue la excepción, muchos opinan, pocos ayudan, muchos critican, pocos trabajan, muchos cuestionan y otros solucionan.

Así es el poder, así es la vida, es un juego de intereses, pero hay de intereses a intereses y también hay de intenciones a intenciones. Somos lo que cosechamos y tenemos en nuestra vida lo que merecemos. Así nuestro México, tal vez sea lo que necesitamos. Lo mismo con cada partido político y lo mismo con cada elección. Hubo estados que dejaron escapar la elección, también distritos locales y también sucedió lo inesperado muy similar a la tesitura de la vida.

Existen tres grandes retos después de las elecciones 2018, la primera es que el gobierno de Andrés Manuel tendrá que hacer cosas nuevas de manera inmediata que impacten y que puedan ayudar a sustentar su envergadura presidencial, la expectativa que existía sobre Vicente Fox era muy elevada, a los pocos meses se fue diluyendo, pues a los mexicanos nos gusta creer en cuentos de hadas en donde un personaje cambiara todo como por arte de magia. El segundo reto recae en el PRI, en tratar de sobrevivir al presente y al futuro, renovar o terminar de morir y el tercer reto es para el PAN, un partido que tendrá que valorar su postura política con un enfoque per se a obtener el poder.

Que no haya ilusos para que no haya desilusionados

IN SILENTIO MEI VERBA.